Con la estabilidad económica que se muestra consistente desde hace más de 10 años, también llega la prosperidad y el convencimiento de que mejoran la situación de las familias y los ingresos salariales; por consiguiente, tenemos mayor demanda de viviendas. Las familias prefieren pagar cuotas hipotecarias por algo propio que por una cuota de alquiler.

Esta mejora en la percepción e incremento de la demanda viene acompañado de un crecimiento en la oferta. El sector construcción es demandante intensivo de mano de obra. Se estima que el 30% del costo de construcción de un edificio es mano obra; por ello, cuando hay una mejora o reactivación económica, el sector construcción se convierte en uno de los pilares principales generadores de riqueza al trasladar esos incrementos a un porcentaje importantes de la población de forma directa y también de forma indirecta a través de los proveedores de materiales acabados.

Todo lo explicado anteriormente sustenta el dinamismo del sector construcción. Por otro lado, la mayoría de personas considera que es mejor invertir en la vivienda o el techo propio, así como en ladrillo y cemento, que en acciones o en el mercado bursátil. Este último es tan rentable como muchas otras inversiones, no obstante, las acciones no tienen respaldo físico, hoy en día solo hay documentos virtuales. La mayoría de inversionistas prefiere palpar sus inversiones y de esa manera ver como van creciendo. El mercado inmobiliario permite visualizar la inversión y, ante una eventual crisis, siempre es posible esperar un mejor momento para vender los inmuebles. Ante una eventual crisis, siempre es posible mantener la propiedad de las viviendas sin vender y esperar un mejor momento para hacerlo.

Por supuesto que depende del perfil del promotor inmobiliario definir su estrategia y proceder en cada negocio y que se cuente con la adecuada asesoría profesional y paciencia en la búsqueda de las oportunidades. Las oportunidades siempre existen, solo hay que estar preparados para identificarlas y aprovecharlas